Apenas antenoche escribía mi primera entrada del blog. Desde entonces me la he pasado pensando en que quiero volver a escribir. Tal vez esto me cree una nueva adicción, la cual estoy dispuesta a permitirme, ya que parece haber algo ligeramente terapéutico en ello. Sabía que el día que empezara a escribir probablemente no podría detenerme; eso bajo la premisa que arroja mi manera de hablar. Quien me conoce no podrá negarlo.
Entrando en materia, en mi primera entrada me costó algo de trabajo elegir el título, como se habrán dado cuenta; y simplemente me puse a escribir. No creo que haya salido tan mal; sin embargo, en esta ocasión decidí hacerlo diferente. Comencé por el título, esperando no perderme del mismo para comentarles lo que ha estado pasando por mi cabeza.
Por causas que no voy a puntualizar porque no tiene caso recordar en un futuro, me reencontré con el "odio de mi vida". Sí. Me declaro totalmente culpable de tener una persona a la que he odiado desde los 16 años. La razón podría parecer tonta al día de hoy; y es más, lo es.
Ayer que tenía la intención de escribir acerca de esto, se me ocurrió comentarlo antes con una amiga.
Haré aquí un paréntesis para contextualizar la situación con esta chava (mi amiga), quien es simplemente genial. Nos presentaron hace año y medio, pero realmente no nos conocemos. Nuestra relación se ha limitado puramente a lo profesional, ya que somos compañeras de trabajo; así que platicamos puramente de lo que nos interesa y de lo que queremos. Ni ella ni yo invadimos nuestro espacio, lo cual es ideal (al parecer) para las dos. A esto hay que sumarle el hecho de que es una persona pensante como pocas se llegan a encontrar; y esto nos permite hacer reflexiones de muchos temas, ya que también le gusta aprender y conocer. Supuse que ella podría darme un pequeño empujón para escribir acerca de la cuestión del odio en mi blog.
Haré aquí un paréntesis para contextualizar la situación con esta chava (mi amiga), quien es simplemente genial. Nos presentaron hace año y medio, pero realmente no nos conocemos. Nuestra relación se ha limitado puramente a lo profesional, ya que somos compañeras de trabajo; así que platicamos puramente de lo que nos interesa y de lo que queremos. Ni ella ni yo invadimos nuestro espacio, lo cual es ideal (al parecer) para las dos. A esto hay que sumarle el hecho de que es una persona pensante como pocas se llegan a encontrar; y esto nos permite hacer reflexiones de muchos temas, ya que también le gusta aprender y conocer. Supuse que ella podría darme un pequeño empujón para escribir acerca de la cuestión del odio en mi blog.
Resultó que me puse a platicarle la razón de mi odio, la edad que teníamos, lo que sucedió con dicha persona, lo que sucede conmigo cuando la veo... Y sí, terminó siendo estúpido para mí seguirla odiando de tal manera.
Creo que nunca lo platiqué de nuevo, es decir, la gente que me conocía en ese momento y mi familia, saben que simplemente la odio; así que no tuve necesidad de decirlo. A la gente que me fue conociendo y a la que le llegué a comentar, nunca les dije la razón, me limitaba a decir: "no la soporto". Y ahora que intenté decir la verdadera causa y recordar lo que sucedió; me funcionó diferente a lo que pensaba.
Creo que nunca lo platiqué de nuevo, es decir, la gente que me conocía en ese momento y mi familia, saben que simplemente la odio; así que no tuve necesidad de decirlo. A la gente que me fue conociendo y a la que le llegué a comentar, nunca les dije la razón, me limitaba a decir: "no la soporto". Y ahora que intenté decir la verdadera causa y recordar lo que sucedió; me funcionó diferente a lo que pensaba.
El mismo odio en sí ha ido cambiando. Ha pasado de ser un odio de un problema clásico y más que sabido de adolescencia, a un sentimiento de incomodidad al saber que la persona se encuentra cerca. Lo que me parece más complicado es expresar el sentimiento real, ya que el término es tan relativo como para cada persona.
Lo que más me molestó de darme cuenta de que me sigue afectando aún después de tantos años, es el hecho de la importancia que le doy a esa persona; siendo que dentro de mi filosofía de vida, la indiferencia siempre ha aparecido como mi mejor arma en contra de cualquiera que simplemente no valga la pena.
Así que, le dedico este post como lo último que tendrá de influencia en mí y en mi pequeña cabeza; y me deshago de todo aquello que me ha afectado hasta el día de hoy; porque simplemente el mantenerla en un lugar en mi mente no vale la pena.
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