Así, también recorría las calles de las ciudades en busca de mi sustento de vida, solo lo necesario, pues no soy un animal instintivo, sino un ser racional.
¿Amigos? Tal vez un par... cuando uno es dueño del tiempo, y los años son como días, los amigos casi no se frecuentan, simplemente están, y uno lo sabe. Y ellos lo saben.
Mi nombre era otro, uno que pocos conocen, por lo que me han llamado de diferentes maneras. ¿Cómo sobrevivir de otra forma?
Y en las noches de luna llena, solía descansar de los viajes, de la rutina, de las necesidades de sustento, para simplemente recostarme en mi tejado predilecto para observar la noche mientras transcurre, mientras perece... y sentir el viento pasar y el rocío caer; hasta la hora de volver a dormir.
Dicen que todo es finito... y un día, de casualidad, mientras trabajaba en la clínica, un médico internista me invitó a su consultorio, donde se encontraban dos representantes médicos con un aparato de esos de la nueva era, que te evalúan en solo 5 minutos... y fue así que el médico anunció mi fatal diagnóstico... "osteopenia" lo escuché decir como eco.
Así que ahora, debo tomar el sol al menos 10 minutos al día...
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