Un día están
enamorados; al siguiente desean no haberse conocido...
Y vienes corriendo,
pero chocas con pared. Habiendo dedicado las palabras más hermosas, terminas pronunciando
las de desprecio y daño.
Y la historia se
repite.
Nadie lucha por lo
que en realidad no quiere. A veces simplemente se resignan a sufrir y comienzan
a hacerlo sin ni siquiera la certeza de la derrota.
Para mí, el
sufrimiento sin derrota, es pantomima.
El día que alguien
me demuestre una verdadera lucha, una verdadera ambición, verdaderas
intenciones en hechos reales y palpables, ese día se acabará la búsqueda que no
existe. Porque a nadie le sirven las intenciones, a nadie le sirven las verdades
omitidas ni las cosas hechas a medias.
Inmadurez.
Lo más difícil es
saber dónde estas parado; reconocer tu error, entender tus patrones repetidos
una y otra vez y querer moverte de lugar. Querer hacerlo, seguir intentando.
Y tal vez de eso se
trate todo; de que al final quien tenga la última palabra no sea la razón, sino
el sentimiento. Y si la razón gana, el sentimiento no era tan fuerte.
En estas
situaciones no existe la palabra "correcto" o "bien y mal".
Esto va más allá. No se trata de dejarte golpear por él, ni de las flores de
arrepentimiento que traerá después, sino del maldito sentimiento que tiene más
fuerza que tú, y que logra amar sobre los defectos. Sus defectos.
Y aunque te llamen
tonta, y aunque te sepas tonta.
Una de dos; o
resistes hasta que todo caiga por su propio peso, o terminas todo por el aviso
"inminente derrota", evitando la llegada de la misma, o incluso
apresurandola.
Para mí, se reduce
a querer saber si te amo pero no existes, o si existes y no te amo. Y ojalá no
sea ninguna de las dos.
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